Podría acotar que incluso te hace libre, pero que pasa cuando crees que ya encontraste el amor y la libertad que tanto anhelabas, y de repente aparece, así sin más, un atisbo de esclavitud de tiempos olvidados. La razón está ahí, te hace notar cada muestra de amor por la cual agradecer, lo sientes, de alguna forma ese amor que creías tener te trajo paz, alimentó cada uno de tus días para hacerlo feliz, tranquilo, esperanzador, te dio la fuerza incluso para reconocerte capaz de hacer todo lo que te propusiste. Pero no basta, no sabes que es, solo sientes que hay algo más.
¿Eres realmente libre?
Simplemente estás dejándote llevar por la corriente de una sensación amorosa, de cariño, de compromiso, de amistad y compañía. ¿Por qué siquiera te atreverías a pensar en dejar eso de lado?
¿Sientes ese vacío?
Claro que lo sientes, estás al borde del abismo, estás en la cúspide de la montaña.
¿Dejarías atrás la tranquilidad de ese remanso de cariño?
Si tu respuesta es si, entonces no eres más que el prisionero de ese amor que nunca que se acabó, no eres libre. La razón no sirve de nada. No serás libre hasta que aceptes que no alcanzarás tu verdadero potencial, tu verdadero yo, si no aceptas lanzarte al vacío. ¿Prefieres seguir así?
Limitando tu accionar a lo mínimo requerido.
¿Se siente bien solo dejarse llevar? ¿Es esa tu verdadera esencia?
¿Que hay de lo que realmente anhelas, los sueños, lo que tu mente de niño creó para ti?
Has pasado los últimos 20 años tratando de construirte y reconstruirte según la corriente del momento.
La rutina pesa demasiado, te asfixia, te aniquila de a poco y tu simplemente no atinas a hacer nada.
Solo sigues.
Sigues.
Luego lo haré.
Luego habrá tiempo.
Los hijos crecerán, algún día podré hacerlo.
El pacto se mantendrá...
Unos setenta años?
Habrán aún botellitas para jugar?
Aún me queda la duda de si el amor es más poderoso que la razón. A veces la razón es la muerte del amor, o al menos eso parece.
Mona