Estoy frente esta pantalla en blanco en un ejercicio de autoprovocarme, en un intento más bien. ¿Qué tanto habré olvidado escribir?
No lo sé, recuerdo que las palabras fluían, como una cascada irrefrenable de ideas, de palabras, letras, símbolos, cayendo hacia el infinito y no se si dolía o si me aliviaba, solo sentía ese infinito, en su momento lo sentí un vacío, lo veía así, una caída, pero quizá no estaba prestando suficiente atención. Con cada palabra iba un recuerdo, una emoción, un olor, una foto, una canción, una nota, un detalle, fue tanto.
Quizá no me daba cuenta de que estaba ascendiendo en lugar de descender.
El camino ha sido largo y con el optimismo que no me deja (Gracias a Dios), ha sido uno bueno. Poco a poco me he ido topando con personas que me han ayudado a andarlo. También me alejé de aquellas que me iban sumando peso a la carga.
Vivo bien, agradezco cada día, cada mañana mientras puedo abrir los ojos, por esa oportunidad extra de demostrarme que puedo con todo lo que se me cruce. Cada día agradezco por las noticias de que a quienes amo les va bien, tienen salud, están completos, y en la medida de lo posible son felices.
Agradezco por cada comida que me puedo llevar a la boca, agradezco por cada pensamiento positivo que puedo mantener en mi mente. Agradezco incluso por mi enfermedad porque de una u otra manera a puesto a prueba mi fortaleza física.
En este camino he ido poco a poco, mas bien pasito a pasito, aprendiendo a aquietar la mente, a quedarme en una serena contemplación de mi mente, mis encuentros con mi yo de verdad, ese yo intenso, han ido a su vez aquietando mi corazón. En la autobiografía de un yogui, en sus primeras páginas casi puedo sentir la fascinación y el ardor en el pecho que sentía el aprendiz al estar cerca de su maestro. La devoción, el respeto, la tranquilidad y la percepción de la vida, de una vida más simple, más honesta, más espiritual.
No podría comparar ese ardor a algún sentimiento que yo pueda haber tenido, pero quizás si que estuve cerca. El Universo es tan amplio, no entiendo cómo nos limitamos tanto, a cosas, a objetos, a actitudes, a desplantes, a recibir para después dar, condicionamos día a día nuestras actitudes, estamos ciegos, limitados por nuestros pensamientos.
No nos damos cuenta que cada que damos de corazón (en pensamiento, espíritu, acción) esa semilla no solo crece, se expande, echa raíces por donde pasa y se instala, cuando hablamos de dejar huellas es justamente eso.
Me cortaron la inspo...bye
No lo sé, recuerdo que las palabras fluían, como una cascada irrefrenable de ideas, de palabras, letras, símbolos, cayendo hacia el infinito y no se si dolía o si me aliviaba, solo sentía ese infinito, en su momento lo sentí un vacío, lo veía así, una caída, pero quizá no estaba prestando suficiente atención. Con cada palabra iba un recuerdo, una emoción, un olor, una foto, una canción, una nota, un detalle, fue tanto.
Quizá no me daba cuenta de que estaba ascendiendo en lugar de descender.
El camino ha sido largo y con el optimismo que no me deja (Gracias a Dios), ha sido uno bueno. Poco a poco me he ido topando con personas que me han ayudado a andarlo. También me alejé de aquellas que me iban sumando peso a la carga.
Vivo bien, agradezco cada día, cada mañana mientras puedo abrir los ojos, por esa oportunidad extra de demostrarme que puedo con todo lo que se me cruce. Cada día agradezco por las noticias de que a quienes amo les va bien, tienen salud, están completos, y en la medida de lo posible son felices.
Agradezco por cada comida que me puedo llevar a la boca, agradezco por cada pensamiento positivo que puedo mantener en mi mente. Agradezco incluso por mi enfermedad porque de una u otra manera a puesto a prueba mi fortaleza física.
En este camino he ido poco a poco, mas bien pasito a pasito, aprendiendo a aquietar la mente, a quedarme en una serena contemplación de mi mente, mis encuentros con mi yo de verdad, ese yo intenso, han ido a su vez aquietando mi corazón. En la autobiografía de un yogui, en sus primeras páginas casi puedo sentir la fascinación y el ardor en el pecho que sentía el aprendiz al estar cerca de su maestro. La devoción, el respeto, la tranquilidad y la percepción de la vida, de una vida más simple, más honesta, más espiritual.
No podría comparar ese ardor a algún sentimiento que yo pueda haber tenido, pero quizás si que estuve cerca. El Universo es tan amplio, no entiendo cómo nos limitamos tanto, a cosas, a objetos, a actitudes, a desplantes, a recibir para después dar, condicionamos día a día nuestras actitudes, estamos ciegos, limitados por nuestros pensamientos.
No nos damos cuenta que cada que damos de corazón (en pensamiento, espíritu, acción) esa semilla no solo crece, se expande, echa raíces por donde pasa y se instala, cuando hablamos de dejar huellas es justamente eso.
Me cortaron la inspo...bye