Voy e empezar este post con una historia:
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La niña estaba asustada, estaba muy triste, no sabía que hacer, de un momento a otro se vio sola en un lugar desierto. Fue quizá en un pestañar que lo perdió todo.
Su último recuerdo era una playa paradisiaca en algún lugar del mundo, donde la arena era casi blanca, y el mar una mezcla de celeste, azul e infinito. Se sentía muy feliz allí, contemplándolo y sintiendo cómo el sol calentaba su corazón mientras jugaba con la arena, los caracoles, las conchas y con las siluetas de las aves que se formaban en la arena. Escuchaba una voz familiar, una voz que siempre la hacía sentirse segura y sobre todo amada, escuchaba te amos y promesas de una vida así de feliz para siempre.
Aquel lugar era para ella lo más especial de su vida, pero no lo supo hasta que se desvaneció, así de repente, como quien cae en una terrible pesadilla.
De un momento a otro vio a su alrededor y estaba en un cuarto pequeño, de paredes negras, si acaso se filtraba una luz de algún lugar, era demasiado, no lograba ver nada delante de sus ojos, utilizaba sus manos para tocar y conocer así la dimensión del lugar en el que se encontraba. Que no llegaba a ser más grande que el triple de su propio espacio. Ya no escuchaba la voz, sentía mucho frío y tenía mucha hambre de todo, pero sobre todo hambre de ese cariño al que estaba acostumbrada.
Después de un tiempo escuchó una voz, era la de una mujer, nunca la habia escuchado antes, pero notaba tranquilidad en lo melodiosa de su voz, ésta le decía que debía tranquilizarse, que sentía mucho tener que conocerla en esas condiciones y que quizá debía estar allí algún tiempo más. Al escuchar esto, la niña empezó a llorar, lloró mucho, quería gritar pero no encontraba la fuerza para hacerlo, la voz le dijo que era normal, que formaba parte del proceso, ese proceso tedioso del abandono, la hizo tranquilizarse, estaba sentada en algún pedazo de ese cuarto oscuro y le pidió que cerrara los ojos, que se abrazara así misma, que todo empezaba por darse consuelo y amor una misma. Le pidió que se despidiera de la voz que llenaba su cabeza desde que tenía recuerdos, que ya no estaría más, que ya no la escucharía nunca más y le pidió que repitiera por última vez las palabras que más le gustaba escuchar de esa voz, y "princesa", "amor" se proyectaron y retumbaron en la habitación, ya sin el sentido de siempre, sin el sentimiento de siempre. Le pidió que abandonara esas palabras, que se despidiera de ellas, así como de la voz, deseándoles lo mejor y recordando todas las heridas sanan siempre y cuando uno deje de tocarlas.
Al hacerlo sintió aún más el abandono, sintió un vacío inexplicable en su ser, se sintió como un estuche, pero poco a poco se fue sintiendo mejor. Cerró sus ojos y antes de dormirse la voz de aquella bondadosa mujer le pidió algo: despídete de una buena vez de todo, que ese futuro ya no es tuyo y escribe, escribe todo lo que necesites, hasta que se terminen las páginas del libro que estuviste llenando, al final te verás frente a uno nuevo, distinto y aunque tengas aún los recuerdos de tu playa, sonreiras al no estar más ahí.
Y así fue, al despertar hubo luz, no tanta, pero podía verse a si misma, empezó a escribir y aunque al inicio no podía ver bien lo que escribía a través de los ojos vidriosos que siempre tenía, logró armar buenas historias. Aun conserva el viejo libro, le quedan unas pocas hojas más para terminarlo, pero desde hace algún tiempo ya empezó uno nuevo.
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Lo único malo de la historia es que en el proceso, la niña dejó de ser niña, cayó en ese mundo de los adultos en el que ningún niño debe caer y aún está buscando cómo recuperar esa parte de niña que se quedó en el camino. Quizá solo debe leer El Principito más seguido ;)
Mona