Quisiera iniciar este relato con una pregunta: ¿Qué es la vida sencilla?
Podría decir que es la que tenía cuando apenas cumplía 15 años, o quizás menos, en los que mi única preocupación era estudiar y sacar buenas notas en el colegio para poder graduarme.
Si miro hacia atrás, mis días estaban llenos de música, bromas, sentimientos nuevos de atracción hacia chicos de mi edad, no tenía que preocuparme de si tendría dinero para pagar mis deudas, o si debía pagar un alquiler, ni cómo transportarme de un lado a otro. Solo tenía que pedir a mis padres y todo se me daba por arte de magia.
Amaba a Bon Jovi y lo único que quería era pasar mi tiempo viendo sus videos e imaginándome estar dentro de uno de ellos, o de los de Aerosmith o Gun's & Roses.
Y ahí es cuando uno a sus 42 años reflexiona y dice: ¡Qué feliz era! Lo tenía todo!.
Y si, esa era la vida sencilla, en la que no tienes mucho, pero tampoco necesitas más. Extrapolando a la actualidad, mi mente se pone a la defensiva, los pensamientos se contraponen. Porque tengo mucho, mucho de lo que siempre soñé, pero mi día a día no es tan sencillo. Lidio con mi ansiedad y mi deseo de siempre dar y querer más, pero a qué costo. En un entorno en el que solo te exigen más y más, entonces ya tu casa no te parece suficiente, o tu carro ya es muy viejo, y si, me estoy enfocando solo en lo material, porque si vamos a lo mental y sentimental, me vuelo. Y mi mente tiene claro lo que necesita, es simple, un techo, una cama cómoda, comida en la mesa y un vehículo que funcione sin problemas. Y bueno el conflicto entre lo que pienso por un lado y lo que debería estar pensando, vuelve complicada esa vida que para mi es sencilla. Los cambios en el mundo, en mi país, en mi trabajo hacen que todo adquiera un tinte complejo. Pero bueno, solo quería plasmarlo aquí, para verlo más claro.
Lo tengo todo, lo material y sobre todo lo sentimental. ¡Soy feliz! Y mi vida sigue siendo sencilla, como debe de ser.
Podría decir que es la que tenía cuando apenas cumplía 15 años, o quizás menos, en los que mi única preocupación era estudiar y sacar buenas notas en el colegio para poder graduarme.
Si miro hacia atrás, mis días estaban llenos de música, bromas, sentimientos nuevos de atracción hacia chicos de mi edad, no tenía que preocuparme de si tendría dinero para pagar mis deudas, o si debía pagar un alquiler, ni cómo transportarme de un lado a otro. Solo tenía que pedir a mis padres y todo se me daba por arte de magia.
Amaba a Bon Jovi y lo único que quería era pasar mi tiempo viendo sus videos e imaginándome estar dentro de uno de ellos, o de los de Aerosmith o Gun's & Roses.
Y ahí es cuando uno a sus 42 años reflexiona y dice: ¡Qué feliz era! Lo tenía todo!.
Y si, esa era la vida sencilla, en la que no tienes mucho, pero tampoco necesitas más. Extrapolando a la actualidad, mi mente se pone a la defensiva, los pensamientos se contraponen. Porque tengo mucho, mucho de lo que siempre soñé, pero mi día a día no es tan sencillo. Lidio con mi ansiedad y mi deseo de siempre dar y querer más, pero a qué costo. En un entorno en el que solo te exigen más y más, entonces ya tu casa no te parece suficiente, o tu carro ya es muy viejo, y si, me estoy enfocando solo en lo material, porque si vamos a lo mental y sentimental, me vuelo. Y mi mente tiene claro lo que necesita, es simple, un techo, una cama cómoda, comida en la mesa y un vehículo que funcione sin problemas. Y bueno el conflicto entre lo que pienso por un lado y lo que debería estar pensando, vuelve complicada esa vida que para mi es sencilla. Los cambios en el mundo, en mi país, en mi trabajo hacen que todo adquiera un tinte complejo. Pero bueno, solo quería plasmarlo aquí, para verlo más claro.
Lo tengo todo, lo material y sobre todo lo sentimental. ¡Soy feliz! Y mi vida sigue siendo sencilla, como debe de ser.
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